Nos vies valent plus que leurs profits

Plataforma 1 : ¡Por un mundo sin fronteras ni patrones, urge una revolución! Construir el NPA-R como herramienta para un polo de revolucionarios — Texto 3 — Apoyándonos en lo que ya somos, para construir el partido que queremos

Texto 3. Apoyándonos en lo que ya somos, para construir el partido que queremos

1- El partido que queremos

1.1- La lucha del proletariado contra la burguesía y su sistema de producción y apropiación es el motor de la historia, como afirmó Marx en el Manifiesto del Partido Comunista en 1848. Como comunistas revolucionarios, nos basamos en la historia, en las experiencias de casi 200 años, en las luchas, victorias y derrotas de la clase obrera y de todas las capas o sectores oprimidos. Pero sólo una revolución proletaria -animada y dirigida por el proletariado revolucionario- es capaz de derrocar el sistema capitalista e imperialista y sentar las bases de una sociedad comunista. Lo que queda por hacer es construir el partido revolucionario que queremos, integrando y actualizando esta experiencia bicentenaria marxista, leninista y trotskista, que permita al proletariado ponerse al frente de las revoluciones.

1.2- A diferencia de la izquierda sindical y política institucional, que esteriliza las luchas obreras en un marco inmediato y parcial, o las traiciona confinándolas al marco institucional, el partido que queremos se dará los medios para amplificar el poder subversivo y de extensión de estas luchas promoviendo su autoorganización y la democracia obrera. Del mismo modo, el partido que queremos buscará, en nombre del proletariado, ponerse a la cabeza de las luchas contra todas las opresiones: porque no podemos acabar con todas estas opresiones sin acabar con el poder del capital y de aquellos que le sirven.

1.3- Por eso el movimiento obrero revolucionario, con su propio partido, conserva su vocación insustituible de inspirador y organizador de la revolución que viene. Sobre todo porque nunca ha habido tantos proletarios en el planeta y, por tanto, en condiciones de desempeñar este papel. La sociedad capitalista se basa en su explotación, en el robo del fruto de su trabajo, que alimenta el capital y la ganancia. Pero sin los trabajadores nada es posible: la clase obrera lo produce todo, puede pararlo todo, paralizarlo todo, organizarse en la lucha general, hasta imponer su propio poder para sustituir al de la burguesía, y decidir colectiva y democráticamente todo. El proletariado ruso lo hizo hace más de un siglo a pesar de unas condiciones objetivas mucho menos favorables.

Para los revolucionarios de hoy, una de las tareas es ayudar a tomar conciencia de la irracionalidad y la violencia de la explotación asalariada (que Marx describió acertadamente como esclavitud asalariada), así como del inmenso poder de los esclavos modernos, en virtud de su número y su lugar en la sociedad, para hacer estallar el sistema que los explota. Más de un siglo después de los años revolucionarios de principios del siglo XX, durante los cuales la socialdemocracia y el estalinismo minaron las aspiraciones y las luchas revolucionarias, el mundo del trabajo, y también los jóvenes, deben renovar sus perspectivas revolucionarias a través de sus luchas y su organización política.

2- Construir sobre lo que ya somos

2.1- Nuestra corriente, junto con otras corrientes del movimiento revolucionario, se ha propuesto no sólo apoyar estas luchas, sino participar en ellas, y dirigirlas cuando sea posible. No sólo para dar vida a las perspectivas de la lucha de clases como hacen los sindicalistas combativos (esfuerzos que apoyamos y alentamos), sino siempre ayudando al surgimiento de la conciencia política revolucionaria del proletariado y a su actividad en esta dirección.

2.2- El capitalismo mantiene el patriarcado, la opresión de las mujeres y la violencia sin límites contra ellas. Esta dominación masculina es la base de las múltiples opresiones contra las personas LGBTI, incluyendo la homofobia y la transfobia atizadas por la extrema derecha. Es este sistema de explotación, ahora global, el que ha concentrado a una gran proporción de mujeres en fábricas, oficinas y explotaciones agrícolas, junto a hombres y niños. Todo el mundo es carne de cañón para el patrón, pero sigue habiendo diferencias. De ahí las luchas feministas, por los derechos de las mujeres, los derechos políticos a votar o a organizarse, el derecho a elegir si tener o no hijos, a mantener o no relaciones sexuales… una lucha que forma parte de la lucha de clases. Las mujeres burguesas también se han organizado para hacer valer esos derechos, con éxitos siempre amenazados, contra las ideas reaccionarias y los prejuicios alimentados por su clase. Pero la lucha feminista debe librarse también en el lugar de trabajo, debido a la generalización del trabajo asalariado: contra la rebaja de salarios y pensiones, contra la mayor precariedad laboral, contra la menor cualificación, pero también contra las manos largas o más de los jefes o «colegas», contra las artimañas de Recursos Humanos para no contratar a mujeres embarazadas, etc. Es una lucha política necesaria, que hay que librar con y dentro de los sindicatos, así como directamente con los trabajadores, lo que significa también enfrentarse a la ley burguesa que hace del jefe el amo dentro de los muros de su empresa. ¡Las mujeres no son propiedad ni objeto de nadie!

2.3- Nuestra lucha contra el racismo: es el sistema de explotación capitalista el que mantiene y exacerba el racismo, cuyas raíces se encuentran en la historia de su acumulación primitiva mediante las conquistas coloniales esclavistas. Las luchas independentistas en todos los continentes han alimentado la cólera de los ex-colonos o descendientes de colonos, que se encuentran hoy en Francia, por ejemplo, en las filas de la derecha y de la extrema derecha, y en el funcionamiento del ejército y de la policía – de ahí el carácter sistémico de la violencia policial, que es a la vez racista y anti-obrera. Asistimos actualmente a una forma de racismo de Estado: la islamofobia contra los que se ven calificados de «musulmanes» (como si todos los árabes fueran musulmanes y como si algunos no lucharan contra la dominación religiosa), y las campañas anti-migrantes abiertamente racistas, institucionalizadas a escala europea, en un momento en que los empresarios europeos piden a gritos más mano de obra inmigrante (ciertamente «elegida», pero desechable por ellos en función de sus necesidades). Aunque los movimientos y asociaciones antirracistas han tomado la iniciativa de movilizarse contra las leyes y acciones anti-inmigración, también en este caso el lugar de trabajo es un escenario importante de esta lucha. Los trabajadores inmigrantes han liderado y siguen liderando las luchas por su regularización. Es en el lugar de trabajo donde trabajadores de diferentes orígenes, colores de piel, religiones y culturas se encuentran hombro con hombro. Porque es este sistema de explotación capitalista, que se atrinchera tras las fronteras y trata de infundir miedo a los extranjeros, el que ha agitado a hombres y mujeres de todo el mundo, los ha empujado a emigrar a las metrópolis donde han podido engrosar las filas de la clase obrera como nunca antes en la historia, y ha reunido por las luchas y en las luchas a hombres y mujeres cuya característica común es ser explotados, en condiciones todos juntos de derrocar esta sociedad.

2.4- Nuestra lucha ecológica: es el sistema de explotación capitalista, cada vez más sediento de ganancias, el que está sometiendo a la sociedad a un productivismo que destruye tanto a las personas como a la naturaleza. Arrasada por accidentes laborales, arrasada por incendios o inundaciones, arrasada por la contaminación. Luchar por el planeta y el clima significa luchar contra el capitalismo y la propiedad capitalista. De hecho, no faltan científicos que proporcionan información sobre las raíces del calentamiento global y el empobrecimiento de la biodiversidad. No faltan ideas para remediar la situación, ni nuevas formas de organizar la producción y la vida social, mucho más allá de los artilugios tecnológicos que hacen felices a las multinacionales con su lavado verde. Pero todas se topan con el muro del dinero, del poder y de las ganancias de los gigantes capitalistas, de los que Total es el tótem. Lo «verde» (la mayoría de las veces mentira) sólo se introduce en los sectores capitalistas considerados rentables, o a menudo en contra de los trabajadores cuyos empleos se suprimen. Las llamadas luchas ecologistas también se topan con el muro del capitalismo: por eso las construimos e intervenimos siempre que podemos como comunistas revolucionarios que planteamos la responsabilidad central del sistema capitalista y nos fijamos el objetivo de enfrentarnos a él. Pero para ello, la concienciación y movilización de la clase obrera, también en esta cuestión, sigue siendo central y estratégica.

2.5- Nuestra organización interviene bajo sus propios colores y con su propia política: hablar del papel central de los trabajadores no significa que releguemos a un segundo plano los distintos ámbitos de lucha y de politización -en particular contra la opresión y la devastación ecológica- que participan en la impugnación del orden social actual suscitando regularmente movilizaciones, en particular de los jóvenes. Por otra parte, esto significa que nuestra organización interviene desde un punto de vista de clase y defiende una orientación revolucionaria. Afirmamos que son los trabajadores -en toda su diversidad- quienes tienen la capacidad de acabar no sólo con el capitalismo y las relaciones de explotación en las que se basa, sino también con las opresiones que utiliza y reproduce.

En este marco general, sin ocultar ni negar nada de nuestra política, participamos en las movilizaciones, manifestaciones y concentraciones y en los colectivos unitarios que las organizan a escala nacional (hemos aprovechado todas las oportunidades para apoyar estas luchas e incluso para organizarlas, y tenemos la intención de seguir haciéndolo). Entre la juventud escolarizada, debemos continuar nuestro trabajo de movilización, y no dudar en polemizar con las corrientes de la izquierda institucional o reformista, con las corrientes autónomas y «autonomistas» que se niegan a ver el papel central de la clase obrera. Esta es la principal debilidad de las corrientes de pensamiento llamadas «posmodernas», que no se apoyan en los trabajadores para librar estas batallas, sino principalmente en la pequeña burguesía.

En las empresas, estamos haciendo campaña con nuestras diversas herramientas: a través de nuestro periódico, nuestros boletines y nuestras reuniones públicas como la reunión «Sin patrones ni fronteras» organizada con Lotta Comunista en mayo de 2024. La batalla para conseguir que los sindicatos actúen en estos temas es fundamental. Por eso, en nuestro trabajo sindical, tenemos que ir de las palabras a los hechos y trabajar para garantizar que los propios trabajadores se hagan cargo de estas luchas. Las direcciones socialdemócratas y estalinistas del movimiento obrero han adoptado posiciones reaccionarias en este terreno de opresión, combatiendo al mismo tiempo cualquier perspectiva revolucionaria. Como resultado, dejaron estas luchas en manos de movimientos pequeñoburgueses considerados «especialistas», que tenían el mérito de luchar. Los revolucionarios deben fijarse como objetivo que el movimiento obrero vuelva a tomar las riendas. Cada caso de discriminación o desigualdad, cada riesgo industrial, representa una oportunidad para demostrar a través de la experiencia que, en todos los frentes, es mediante la lucha colectiva y la solidaridad como podemos invertir la relación de fuerzas y que nuestra clase puede arrastrar tras de sí a otros sectores de la sociedad.

3- Hemos hecho mucho más que continuar el NPA

La escisión del viejo NPA en el congreso de diciembre de 2022 ha acelerado, por una parte, la deriva oportunista del NPA-L’Anticapitaliste, pero, por otra, ha permitido a nuestro NPA-Révolutionnaires hacer las clarificaciones políticas necesarias.

El seguidismo de la antigua mayoría a nuestra propia burguesía y a la OTAN en la guerra de Ucrania se ha acentuado aún más desde 2022, al igual que su seguidismo a la izquierda institucional. No contento con hacer campaña por la FI en las elecciones europeas, el NPA-A reunió, en las elecciones legislativas, una alianza de izquierdas cuya vocación inmediata era gestionar los asuntos de la burguesía. La antigua dirección del NPA en torno a Philippe Poutou y Olivier Besancenot abandona progresivamente toda orientación de clase.

Es esta política oportunista la que explica el intento de la antigua dirección del NPA de excluir de hecho a la mitad de la organización en el 5º Congreso de diciembre de 2022. Esta escisión, contra la que luchamos hasta el final sin poder evitarlo, marca una etapa en lo que es la extrema izquierda en Francia y un cambio en nuestra propia situación. Es un cambio que nos esforzamos, desde diciembre 2022, por convertirlo en una oportunidad, en primer lugar porque hemos frustrado la predicción del NPA-A de que nos dividiríamos en múltiples pedazos y que él solo podría apropiarse de la legitimidad de una organización construida en común desde 2009.

Este Congreso no es la fundación de un nuevo partido que sería el producto de una afluencia de activistas de fuera, como el NPA cuando se fundó en 2009. Tampoco es el producto de un profundo proceso de recomposición dentro de la extrema izquierda revolucionaria que marcaría un cambio cualitativo visible para los trabajadores. Tampoco es una simple continuación del NPA o un frente de fracciones o tendencias. Es la construcción de una nueva organización que hoy va más allá de lo que fue la plataforma C en el congreso de escisión y que tiene sus propias experiencias de construcción e intervención.

Desde este punto de vista, no pretendemos un cambio de nombre que no sea el que corresponde a la situación actual: la adición de Révolutionnaires al nombre del NPA. No pretendemos proclamar lo que queda por construir ante nosotros. Eso equivaldría a una refundación abstracta de nuestra organización, basada en ninguna experiencia concreta de construcción e intervención. Al contrario, estamos desarrollando una política y un programa basados en una comprensión compartida de la situación y de nuestras tareas.

Ante el giro a la derecha de las políticas llevadas a cabo por el NPA-L’Anticapitaliste, nos negamos a dejar en sus manos lo que el NPA ha representado o sigue representando, de forma modesta pero real. Por el momento, nuestra nueva denominación «NPA Révolutionnaires» no nos impide hacer nada, y menos aún anunciar en la portada de nuestra prensa que somos comunistas, revolucionarios e internacionalistas, una forma popular de reivindicar la herencia del trotskismo.

No negamos lo que intentamos e hicimos con y en el antiguo NPA. Somos herederos de esas luchas, incluidas aquellas contra las políticas de la antigua dirección. Hemos pasado de luchar contra la escisión a construir el NPA-Révolutionnaires: ahora asumimos toda la responsabilidad política y organizativa de una nueva organización. Así que estamos haciendo algo más que «continuar el NPA», estamos dando un modesto pero muy real salto adelante.

Queremos construir un partido comunista revolucionario e internacionalista suficientemente enraizado en la clase obrera, así como en la juventud, y capaz de desempeñar un papel en la situación. El NPA-Révolutionnaires no es ese partido. No tenemos ni la ilusión ni la pretensión de ser el embrión de ese futuro partido, en torno al cual bastaría con sumar fuerzas. Por el contrario, estamos profundamente convencidos de que el surgimiento de ese partido será el producto de recomposiciones y fusiones de las corrientes revolucionarias actuales y futuras. Este proceso tendrá lugar al calor de la lucha de clases, en conjunción con las nuevas capas de una vanguardia obrera que aún hoy no ha surgido en gran medida.

En esta etapa, por tanto, nos encontramos al comienzo de una fase de transición. Una transición política guiada por la brújula del «polo de los revolucionarios», que da forma a nuestra política. Ya está tomando dos formas: por un lado, la fusión de nuestras antiguas corrientes y militantes sin corriente, a través de la construcción del NPA-Révolutionnaires. Por otra, la voluntad de tender la mano a otras corrientes revolucionarias en Francia y en el mundo.

4- ¡Hacia la fusión construyendo el NPA-Révolutionnaires!

La política del NPA-Révolutionnaires no es estrictamente la de una de las tendencias, corrientes o fracciones. No es ni su simple yuxtaposición, ni un compromiso rengo entre ellas, porque se elaboró en relación con la construcción de la organización y su intervención, lo que permitió una «comprensión común de la situación y las tareas».

La construcción del NPA-Révolutionnaires sigue siendo muy limitada, al igual que nuestro impacto en la clase obrera y los jóvenes. Pero este proceso de fusión de corrientes y militantes de diferentes tradiciones del trotskismo, la Ligue Communiste Révolutionnaire (LCR) y Lutte Ouvrière (LO), no tiene precedentes.

Hemos conseguido mantener una organización militante capaz de intervenir en la situación. Sí, hemos convertido la escisión en una oportunidad para acabar con la orientación que llevó a la dirección histórica del NPA a romper con la necesidad de construir una organización delimitada de la izquierda reformista. En el espacio de unos meses conseguimos publicar un periódico (mensual, luego quincenal), rehicimos una tesorería nacional, arrancamos un acuerdo de separación que permite que nuestros medios de campaña no fueran completamente confiscados, organizamos encuentros nacionales de trabajadores y de verano, luchamos por salvaguardar nuestras redes sociales, que habían sido destruidas por la B [plataforma del NPA-A en el 5º congreso]… Todos estos eran retos que podían parecer demasiado ambiciosos, pero que hasta ahora hemos ganado.

Sobre la base de nuestras concepciones trotskistas compartidas y de una confianza absoluta en la capacidad de la clase obrera para cambiar el mundo, hemos optado por responder a las tareas de construcción y de intervención, es decir, por desarrollar una política que podamos aplicar al mismo tiempo. Este método ya ha producido y producirá inevitablemente nuevas perspectivas en cuanto al programa. Este método concreto nos permite construir un nuevo liderazgo, una nueva organización: el NPA-Révolutionnaires. En el marco de esta construcción, las dos corrientes principales, l’Étincelle (La Chispa) y Anticapitalisme & Révolution (A&R), están en proceso de fusión entre sí y, sobre todo, con el conjunto de la organización. Este método empieza a constituir la base de un nuevo programa político, que ya no es la política estricta de una u otra tendencia, corriente o facción. Aún nos quedan muchas verificaciones y debates por delante antes de poder sintetizar este programa en un documento, lo cual podría ser un objetivo para el próximo congreso.

Frente a los desafíos planteados por la antigua dirección del NPA en el 5º Congreso, reafirmamos nuestra adhesión al derecho de tendencia, incluso en el marco de esta fusión.

5- Por un polo de los revolucionarios

Somos plenamente conscientes de que no podemos construir solos el partido comunista internacionalista revolucionario. Eso es obvio. Menos obvio, y menos comúnmente aceptado en la extrema izquierda: creemos que, sin esperar a las inevitables recomposiciones futuras, necesitamos una brújula, incluso para aquí y ahora: el «polo de los revolucionarios».

La fórmula tiene el inconveniente de ser una sola, pero la ventaja de expresar una perspectiva, es decir, tanto una dirección, un horizonte, como una manera de prever cómo llegar a él, teniendo en cuenta dónde estamos hoy. Es lo contrario de una fórmula hueca, de un sonajero, que serviría más bien de marcador de identidad. Es el imperativo mismo de intentar pensar la situación y nuestra intervención en relación con ella, en relación con otras fuerzas militantes de extrema izquierda. Es la búsqueda real de vínculos militantes, de confrontaciones de ideas y análisis, de oportunidades para expresarnos o aparecer en común siempre que sea posible.

Por un lado, porque en el actual periodo de cambio, esta confrontación real, aunque no sea una garantía, es sin duda una baza importante para navegar. Pero, ¿no es posible este diálogo dentro de los marcos existentes? ¿Leyendo la prensa de otras organizaciones, «debatiendo» una vez al año en la fiesta de Lutte Ouvrière o en el RER [Encuentro Revolucionario de Verano], discutiendo en nuestros lugares de trabajo, en nuestros barrios, en nuestras universidades? Creemos que no. En primer lugar, porque si bien estos puntos de contacto son esenciales, podrían reforzarse y sistematizarse enormemente. En segundo lugar, porque es tratando de intervenir juntos, en las luchas o fuera de ellas, como puede producirse un verdadero intercambio.

En segundo lugar, por la señal que podría enviar un polo de revolucionarios. El paisaje político en Francia está dominado por tres grandes opciones, tres grandes «polos»: la extrema derecha, el «centro» macronista y la izquierda institucional. No nos hacemos ilusiones sobre la capacidad de nuestra organización por sí sola para hacer surgir a la clase obrera como una fuerza capaz de hacer valer sus propios intereses. Por eso hacemos campaña por el surgimiento de un polo de revolucionarios con capacidad para enfrentarse a los enemigos y falsos amigos de los trabajadores.
Conviene hacer un breve repaso histórico. La idea no es nueva; incluso ha marcado la historia de las corrientes trotskistas en Francia. Desde 1968, cuando la política de LO de reagrupar a los revolucionarios se topó con el obstáculo de su escaso número, hasta 1995, cuando la política de LO de llamar a un partido excluyó a las otras corrientes de la extrema izquierda de la iniciativa, en particular a la LCR, hasta 2008, cuando fue la LCR la que llamó a un partido -con LO negándose a participar escondiéndose tras vagos límites programáticos. Dicho esto, los marcos comunes de intervención han marcado la historia de estas corrientes, en el terreno electoral -más recientemente en las elecciones europeas conjuntas de la LCR y LO en 1999 y 2004-, pero no exclusivamente. Por tanto, la preocupación viene de lejos e impregna las diferentes corrientes del trotskismo que se encuentran en nuestro NPA-R.

Y la perspectiva no es ilusoria. La extrema izquierda revolucionaria ha demostrado su capacidad para ganar un importante peso militante y electoral y para ganar popularidad en la opinión pública. Entre 1995 y 2007, los resultados electorales de la extrema izquierda, en particular en las elecciones presidenciales, le permitieron promover a portavoces obreros que contaban con el oído e incluso la simpatía de cientos de miles o incluso millones de trabajadores, como Arlette Laguiller y Olivier Besancenot.

El peso militante de la extrema izquierda en Francia no es nada desdeñable en comparación con otros países. Varias corrientes revolucionarias que se reivindican trotskistas y existen a escala nacional tienen una presencia pequeña pero visible entre los trabajadores y entre los jóvenes. Los militantes de extrema izquierda no están completamente aislados del movimiento obrero organizado, y a veces incluso ocupan puestos de dirección. La izquierda revolucionaria no está condenada a desempeñar un papel marginal.

Sin embargo, la idea de un polo de revolucionarios se plantea ahora de una forma nueva. Frente a la intensificación de la confrontación de clases resultante de la crisis del sistema capitalista, los revolucionarios no pueden contentarse con combinar buenas campañas electorales con una rutina militante llevada a cabo cada uno en su carril, como los corredores olímpicos. Tenemos que demostrar nuestra utilidad para nuestra clase, nuestra capacidad de influir en la relación de fuerzas. Reunir las fuerzas de los revolucionarios en la acción militante y la aparición pública sería una ventaja esencial. Pero hay que formular ese proyecto y librar una lucha política con ese fin: ése es el sentido de nuestra orientación a favor de un polo de revolucionarios.

Sin ignorar ningún desacuerdo sobre la orientación, seguimos una política de dar prioridad a la organización revolucionaria más cercana políticamente y la más numerosa numéricamente, es decir, Lutte Ouvrière. Esta política se plasma en nuestra participación sistemática en su fiesta, habiéndoles ofrecido retomar los debates conjuntos NPA-LO. También se concretó en propuestas para una campaña electoral conjunta en 2024 en las elecciones europeas y después en las parlamentarias, debates conjuntos en nuestros dos encuentros revolucionarios de verano, y la propuesta de un encuentro internacionalista conjunto, incluso con el Partido de los Trabajadores (PT), el 1º mayo. La actitud de Lutte Ouvrière hacia nosotros ha evolucionado: desde la negativa a aceptar cualquier relación más allá del mínimo acordado a cualquier organización etiquetada de revolucionaria, hasta cierta vergüenza al justificar a posteriori listas separadas para las elecciones legislativas alegando «falta de tiempo».

Lejos de centrarnos únicamente en el terreno electoral, nuestra política hacia la LO incluye propuestas de encuentros regulares entre dirigentes, pero también entre militantes de sectores en los que existe una influencia real. Mediante la coordinación, los militantes revolucionarios que se han consolidado podrían cambiar las situaciones. Combinar así las fuerzas de nuestras organizaciones podría tener un impacto cualitativo más allá de la simple suma de nuestras fuerzas.

Otras organizaciones revolucionarias en Francia se declaran trotskistas, en particular Révolution Permanente (RP) y el Partido de los Trabajadores (PT). Aunque intentamos desarrollar relaciones con todas las organizaciones que reivindican estos principios, esto no implica una política sistemáticamente similar.

Révolution permanente (RP) no se presentó a las elecciones europeas y sólo se presentó en una circunscripción en las elecciones parlamentarias. En el movimiento de solidaridad con el pueblo palestino, RP ha integrado su política en el marco de Urgencia Palestina. En el periodo postelectoral, RP y el PT intentaron desafiar al NFP por su izquierda, en la cuestión de la ruptura con la Vª República y sus instituciones.

Hasta ahora, la intervención en las luchas o en el trabajo sindical nunca ha permitido ir más allá de las relaciones puntuales.

Hacer campaña por este polo no implica ninguna forma de moderación en la construcción de nuestra organización. Al contrario, el NPA-R es un instrumento necesario para este polo, en la medida en que es por el momento la única organización de extrema izquierda en Francia que hace de esta perspectiva un eje estratégico para la relación de fuerzas entre las clases, pero también para la construcción del partido revolucionario y de la internacional revolucionaria.

6- Nuestras prioridades organizativas para avanzar hacia un “pequeño partido del proletariado”

En el 5º Congreso del NPA, en diciembre de 2022, planteamos el objetivo de «convertirnos en un pequeño partido del proletariado en toda su diversidad», «una verdadera herramienta para nuestra clase»: «Los comités que forman la base del partido en las ciudades, los barrios y las empresas deben ser un lugar donde cada vez más trabajadores, de todas las edades y en todo tipo de lugares de trabajo, encuentren su sitio. Grandes y pequeñas empresas, trabajadores fijos y eventuales, trabajadores aislados. Y donde puedan hablar de su vida cotidiana y de sus luchas individuales y colectivas. Donde puedan también discutir de política, y sobre todo de las perspectivas revolucionarias que su clase debe llevar, tanto a nivel nacional como internacional».

Insistimos en las franjas de la clase obrera donde estamos menos establecidos. Queríamos salir de una cierta zona de confort: «La clase obrera es multiforme, abarcando una infinita variedad de edades, sexos/géneros, países de origen, ocupaciones y formaciones, estatus y grados de precariedad, tipos de empresas y sectores, públicos o privados, cada vez más difíciles de distinguir… a los que hay que añadir los trabajadores en paro permanente o temporal y los pensionistas. Los comités podrían tener como prioridad explorar y reunir en sus filas o a su alrededor el máximo de esta inmensa riqueza humana. De este modo, podríamos convertirnos en un pequeño partido del proletariado en toda su diversidad: desde el sindicalista de Renault o de la SNCF, hasta la vendedora con contrato de duración determinada de Decathlon, pasando por el trabajador contratado en el sistema nacional de educación, el conductor de autobús o la asistencia a domicilio… Tantos mundos por descubrir, por ayudar a organizarse para defenderse, por formarse para el éxito de las futuras luchas para cambiar el mundo.»

6.1 – ¿En qué punto nos encontramos?

Hemos logrado superar las turbulencias provocadas por la escisión. Nuestro congreso debe servir para debatir y adoptar un marco colectivo para estructurar nuestra organización.

Nuestra principal fuerza es nuestra juventud. Hay muchos compañeros jóvenes, incluso entre los militantes de empresa, en las ramas mejor situadas.

El desarrollo digital es una condición sine qua non para garantizar nuestro futuro. ¿Cómo podemos lograr este crecimiento sin perder coherencia?

Tenemos que dar prioridad al refuerzo y seguimiento de todos los grupos «regionales», que son la única forma de dar una dimensión nacional a nuestra acción.

Estamos presentes en varios sectores de empresas (transporte, sanidad, social, postal, químico, automoción, farmacéutico, electrónica, energía, agua, comercio, logística, informática, administración pública y local y regional, aeronáutica y otros).

La realidad de nuestra presencia entre los jóvenes nos permite prever serenamente una doble tarea: reforzar nuestra presencia en los sectores obreros donde ya estamos presentes, pero también prever realmente nuestra presencia en los sectores industriales donde somos mucho más vulnerables, como la industria automovilística, química, microelectrónica y aeronáutica.

La proporción de compañeras en nuestra organización y en nuestra dirección debe ser una preocupación política permanente.

Queremos construir una organización con reivindicaciones militantes más «profesionales», centrada principalmente en el proletariado, y también en los jóvenes. Forjar una organización de cuadros revolucionarios es una tarea de hoy, para que mañana podamos aprovechar las oportunidades que nos permitan dar el salto hacia el partido proletario de masas. Por tanto, debemos esforzarnos por convertirnos en militantes autónomos y políticamente independientes, capaces de intervenir en las muy diversas situaciones que ofrece la lucha de clases.

Esto nos obliga a establecer prioridades, porque una pequeña organización no puede hacerlo todo a la vez.

6.2- Formación política de los militantes

La formación de los militantes es fundamental para la capacidad de intervención de nuestra organización. El compromiso necesario para construir un movimiento revolucionario en un periodo que todavía no es revolucionario significa que nuestras elecciones y estilos de vida deben ser coherentes con nuestras perspectivas. Por ello, la organización debe poner en común y a disposición de todos sus simpatizantes y militantes los medios para una formación continua. Se trata también de una exigencia democrática: la formación da a todos los militantes los medios para cuestionar la política de toda la organización. No se trata de un catecismo que haya que aprenderse de memoria, sino de un capital político de referencia que hay que actualizar como herramienta para las luchas de hoy.

Hasta ahora, la formación de los militantes ha sido responsabilidad casi exclusiva del sector de la juventud a nivel central, a través de los fines de semana nacionales de formación (WEF) y los cursos y jornadas de lectura locales o nacionales.

Nuestro mandato de aquí al próximo congreso es hacernos cargo de la formación de todos los miembros del partido. Se trata de cursos adaptados a distintos orígenes y niveles. Las etapas son diferentes para los estudiantes, los trabajadores «establecidos» y los compañeros de empresa que se han incorporado a nuestra organización.

Un primer objetivo podría ser el desarrollo de cursos específicos:
• dos cursos de formación, uno introductorio y otro más profundo, impartidos a escala nacional en fechas fijas para los compañeros recién incorporados.
• un curso para los compañeros que deseen adquirir más experiencia y compromiso, que les prepararía en particular para asumir responsabilidades en las distintas instancias de la organización, ya sean locales o nacionales.

Tenemos también una cierta exigencia en términos de cultura política común, de conocimiento de la historia del movimiento obrero y de la historia del trotskismo. Una base común de libros, aunque sea limitada en número, y acompañada de las necesarias discusiones teóricas y prácticas, parece ser lo correcto a este respecto. La formación de los militantes también está hecha de su experiencia real, de su capacidad de tener a su alrededor un entorno, necesariamente ligado a las prácticas militantes, una orientación y una actitud política en nuestra intervención concreta hacia el exterior. La puesta en común de las tentativas a todos los niveles de intervención en la lucha de clases es, pues, esencial y constituye una base de formación.

Debe crearse una comisión nacional de formación elegida por el CPN y en contacto con el CE para garantizar que los recursos necesarios para esta política se pongan a disposición de las direcciones locales y nacionales.

6.3 – Criterios de integración al NPA-Révolutionnaires

Este congreso debe servir para poner en común los criterios políticos de integración, aunque queden por definir plenamente. No partimos de cero. En primer lugar, tenemos los textos que todos hemos defendidos en el NPA, en particular la plataforma 5 del CN presidencial de 2021, o más recientemente la plataforma C del 5º congreso del NPA. También tenemos todas las resoluciones y declaraciones hechas después del 5º congreso y en los últimos meses del NPA-Révolutionnaires, la situación en Palestina y Ucrania por ejemplo. Las dos primeras ediciones de nuestra RER fueron también un marco esencial para desarrollar las bases políticas de nuestra organización.

Este congreso debe servir también para poner en común el material de formación utilizado por todos nosotros hasta ahora: textos de referencia, listas de lectura, informes de intervenciones en experiencias de lucha de clases, etc.

Para los que quieran unirse a nosotros, insistimos también en el carácter militante de nuestra organización. Esto implica la participación en una reunión del comité (que debería llegar a ser semanal para favorecer una intervención y una puesta en práctica reales), así como el pago de una cuota mensual de afiliación y una suscripción a la revista Révolutionnaires. La afiliación a nuestra organización también depende de la experiencia y la actividad reales.

En esta etapa, la integración se decide a nivel de comité, una vez que existe un acuerdo político suficiente y en función de criterios geográficos o de intervención.

Ya se han incorporado nuevos compañeros desde la escisión. Y los debates sobre los métodos comunes para integrarlos en la organización ya se han multiplicado en los comités locales y los órganos de dirección. Es a partir de estas experiencias de construcción real del NPA-Révolutionnaires, de los debates sobre las opciones de integración que dan forma a la organización que estamos construyendo, que tienen lugar en los comités, los CAD, los burós o las coordinaciones de agrupaciones de comités, que podremos determinar criterios y un método común para el futuro.

6.4- El establecimiento en el proletariado

Queremos construir una organización obrera. Es decir, una organización con reputación política, con crédito, en el seno de la clase obrera. Siendo capaz, a largo plazo, de desempeñar un papel y aprovechar las oportunidades. Para lograrlo, aunque no se limite a ello, no hay atajos: tenemos que reforzar nuestra influencia directamente en las empresas.

Empezando por donde estamos, ya tenemos por hacer. En primer lugar, tenemos que dotarnos de los medios necesarios para centralizar y estructurar nuestra inserción obrera ya existente. En particular, centralizando los boletines de empresa, organizando reuniones de las secciones nacionales y estructurando nuevas secciones en la medida de lo posible.

El segundo aspecto se refiere a los compañeros recientemente reclutados que acaban de iniciarse como activistas. Debemos dar prioridad al seguimiento y la formación de todos estos compañeros, para que encuentren su lugar entre los trabajadores, en las estructuras sindicales y en las luchas del mañana que deberán dirigir. Tenemos un capital político, para construir comités de huelga y organizar luchas, un tipo de intervención contra la patronal por supuesto, pero también contra las burocracias sindicales, que queremos transmitir a esta generación ya activa entre nosotros.
El tercer aspecto implica nuestro desarrollo en nuevos estratos del mundo obrero. Es proyectándonos en la dirección de pequeñas o grandes luchas, o incluso simplemente desarrollando actividades políticas desde el exterior, como podemos entrar en contacto con un nuevo medio obrero. Se trata de una preocupación que debe estar en el centro de los debates de todos los comités y órganos.
Por último, alentamos el reclutamiento de jóvenes compañeros -que lo deseen y quieran debatir al respecto- en empresas específicas, en particular para reforzar nuestra presencia en los grandes grupos industriales, corazón del poder económico y político de la burguesía. Se trata de una elección apasionante, pero que exige una responsabilidad colectiva de nuestra organización y de sus órganos de dirección política.

En este contexto, la Comisión Nacional Obrera (CNO) debe seguir llevando a cabo el trabajo que ha realizado hasta la fecha: preparación de las RNO [Encuentro Nacional Obrero], talleres específicos de las RER y las distintas tareas de identificación, centralización e intercambio de información. Si bien el seguimiento de los jóvenes contratados y de los jóvenes trabajadores debe ser competencia de todo el partido, la CNO debe centralizar nuestras operaciones y poner en común nuestra experiencia, que debe beneficiar sobre todo a los miembros más jóvenes o más aislados, en el momento de la contratación y después durante sus primeros pasos en la empresa. A este respecto, la organización de encuentros locales obreros (RLO) puede responder a preocupaciones muy concretas que surgen en nuestro trabajo cotidiano. En caso necesario, la CNO se encargará de organizar estas reuniones en colaboración con la dirección local. Tendrá que ser elegido por el CPN en su mandato para todas estas tareas.

Pero hacerse cargo de nuestra política obrera debe estar en el corazón de nuestra organización; es la preocupación de todos los compañeros y, en particular, de los órganos de dirección locales y nacionales. Esto significa que hay que reservar un tiempo específico, incluso prioritario, en los órdenes del día de las reuniones de estos órganos, hasta el CE incluido, para asumir este trabajo.

6.5- Estructuración de la organización en agrupaciones locales

Teniendo en cuenta nuestra realidad militante y nuestra base de simpatizantes, podríamos dar un salto cuantitativo y cualitativo, ya sea en la juventud o en la clase obrera. Se trata de estructurar agrupaciones que puedan ser responsables de la política del partido a nivel local.

En lugares con una gran concentración de militantes, como la región de París, este proceso ya ha comenzado con la creación de tres federaciones parisinas, cada una con un órgano que se reúne todas las semanas.

En algunas ciudades donde hay varios comités, existen consejos municipales o equivalentes que dirigen o coordinan el trabajo de los militantes, aunque no siempre sean verdaderas direcciones políticas.

El reto consiste en acentuar esta estructuración. Dada nuestra fragmentación geográfica, será inevitablemente insatisfactoria y no será suficiente por sí misma, sobre todo porque las zonas geográficas cubiertas serán vastas. Pero es un paso indispensable en nuestro estado actual. Los debates del congreso deberán sentar las bases del trabajo de estructuración que deberá llevar a cabo el futuro CPN.

El objetivo de estas agrupaciones será reunirse en Asambleas Generales, en particular con ocasión de los informes del CPN, y crear estructuras de coordinación que garanticen los vínculos con los órganos de dirección nacionales y la aplicación de la política descrita en los textos del congreso.

6.6- Los medios materiales de nuestra existencia (finanzas y locales)

Nada de esto sería posible sin los nervios de la guerra: la financiación de nuestras actividades. Necesitamos recaudar dinero, mediante suscripciones y cualquier otro medio posible. No partimos de cero y hemos demostrado la vitalidad y la capacidad de nuestra organización para recaudar fondos: dos suscripciones, dos elecciones nacionales (europeas y legislativas) y un protocolo de separación que nos ha permitido conservar los locales históricos del NPA. Todavía tenemos que mejorar algunas cosas y, en particular, introducir el pago mensual de nuestras suscripciones por débito bancario. Los incentivos políticos y la generalización del nuevo baremo de cuotas adoptado en la CPN deben convertirse en la norma en cada uno de nuestros comités.

La adquisición de un local nacional en París debería permitirnos pasar página a las prácticas diletantes heredadas del antiguo CPN. Servirá a la región de París, por supuesto, pero también es una oficina para toda la organización, cuyo funcionamiento y financiación tendremos que gestionar colectivamente. Estos locales serán una formidable caja de resonancia para la política y la construcción del NPA-Revolucionarios.

6.7- El servicio del orden (Parte por escribir)

6.8 Desarrollar una prensa revolucionaria militante

Al final del 5º congreso, pusimos en marcha un nuevo sistema de prensa, ya que el NPA-L’Anticapitaliste se había quedado con todo el aparato de prensa anterior: página web, redes sociales y periódico.

Cada semana, el comité de publicaciones debate las grandes orientaciones de nuestra prensa. Desde el día siguiente al 5º congreso, produce semanalmente editoriales destinados a la intervención militante en empresas y barrios. A finales de 2022, teníamos un sitio web para desarrollar puntos de vista más diversificados y elaborados. Desde mayo de 2023, también tenemos una revista en papel, Révolutionnaires (revista del NPA-Révolutionnaires, por un partido obrero comunista e internacionalista). Nos parecía esencial sacar cuanto antes una revista en papel, porque esta forma de prensa no sólo permite debates y controles políticos a la hora de redactar artículos -lo que también habría permitido cualquier otra forma de prensa-, sino que, sobre todo, da a las estructuras del partido la posibilidad de proyectarse hacia el exterior mediante la venta pública y permite a cada militante ofrecer la revista a su entorno en ventas mano a mano. Un sistema de prensa es un organizador a todos los niveles, y ese es el papel que ha desempeñado.

Los redactores del sitio y del periódico no se limitan a los miembros del comité de publicación. El comité desempeña un papel importante invitando a los miembros de la organización a escribir. También establece vínculos con los distintos comités y grupos locales, comisiones y secciones. Paralelamente al trabajo de producción de la revista, se ha establecido un sistema de distribución estructurado en torno a corresponsales de prensa, a menudo por comité, a veces por federación. Tanto el Comité de Publicaciones como los corresponsales de prensa son órganos esenciales en la vida de nuestra organización, y desempeñan un papel importante en el proceso de debate político entre militantes, tanto si son nuevos como si proceden de tradiciones políticas diferentes.
El objetivo para los próximos meses es ampliar la audiencia de nuestro sistema de prensa. Por un lado, aumentando las ventas y las suscripciones a Révolutionnaires. Y por otro, haciendo un esfuerzo especial para llegar a mucha más gente a través de nuestras redes sociales: se trata de todo un trabajo de articulación de los contenidos de nuestro sitio, de esfuerzos para hacer más visibles a nuestros portavoces y de producción de contenidos especiales adaptados a los redes (vídeos, visuales, community management). Nuestra presencia en las redes sociales está muy por debajo de nuestra producción de ideas y de nuestro peso activista real. Esta escasa audiencia explica en parte nuestro muy limitado acceso a la prensa masiva, incluso durante las campañas electorales. Es una carencia que debemos corregir.

7- El sector juvenil del NPA-Révolutionnaires: un logro

El sector joven del NPA-Révolutionnaires, el NPA Jeunes révolutionnaires, desempeñó un papel crucial a la hora de frustrar el intento de escisión y convertirlo en una oportunidad para dar un giro. ¿Cómo? Proporcionando una reserva de militantes disponibles capaces de asumir las tareas de intervención y de construcción de nuestra organización (pensiones, Palestina, elecciones europeas y parlamentarias, capacidad de hacer frente a la represión, de asumir las tareas de seguridad y de construcción…). El sector de la juventud y su existencia son, por tanto, una baza para nuestra organización.

En los últimos años, nuestro sector juvenil ha experimentado una dinámica de construcción que hemos decidido continuar. A nuestro nivel, esto demuestra la politización que existe entre los jóvenes, la posibilidad de que nuestras ideas ganen terreno y el potencial para ampliar nuestra organización. La CNJ (conferencia nacional de la juventud) adoptó una plataforma que resume las actividades del sector de la juventud desde el 5º congreso, analiza la dinámica política de la juventud y da una orientación política al sector de la juventud.

La gran mayoría de los militantes de NPA Jeunes révolutionnaires son activos en los comités de juventud. De hecho, siempre que es posible, preferimos organizar a los jóvenes directamente en su lugar de estudios para debatir directamente sobre sus actividades de captación e intervención en su entorno (universidad o instituto). No sólo porque es más fácil para los jóvenes reclutar a otros, sino también porque al construir «su» comité, los jóvenes compañeros asumen responsabilidades, incluida la organización de multitud de tareas y acciones. En este sentido, el sector juvenil ha creado sus propios órganos de coordinación y gestión, elegidos en virtud de los estatutos del NPA, como la secretaría regional de París (SRP), la secretaría nacional de la juventud (SNJ) y su buró de secretaría de la juventud (BSJ).

Esta autonomía del sector de la juventud no significa independencia política del resto de la organización: las actividades del sector de la juventud se debaten en toda la organización, desde las oficinas de las federaciones o los equipos locales hasta el CPN y el CE. Pero la existencia de un sector de la juventud significa que disponemos de un marco en el que debatir precisamente los problemas políticos y de intervención a los que se enfrentan los jóvenes de hoy, y de hecho principalmente los jóvenes estudiantes, tratando de producir material específico (editorial semanal, cuatrípticos, stickers, carteles, folletos, página de la juventud en el periódico, etc.). Los demás comités del NPA-Révolutionnaires (sobre todo en las ciudades) deben estudiar cómo pueden ayudar y apoyar nuestro trabajo con los jóvenes (distribución a los centros de enseñanza secundaria, por ejemplo).

Por el momento, nuestro sector juvenil se basa principalmente en las universidades (y en menor medida en los institutos), y se está construyendo a raíz de la politización y movilización que ha tenido lugar entre los jóvenes escolarizados en los últimos años, y que es poco probable que disminuya en los próximos meses. Nos preguntamos cómo llegar a los jóvenes trabajadores, incluso a través de determinados centros de formación o aprendizaje.

Muchos jóvenes están indignados con la sociedad capitalista. Intentamos ganarlos para las ideas comunistas revolucionarias y la necesidad de organizarse. De ahí nuestra voluntad de formar a los jóvenes interesados en nuestras perspectivas en nuestro programa marxista y sus ideas fundamentales, para permitir a todos nuestros militantes ser capaces de captar lo que está en juego políticamente en una situación dada y tener los medios de convencer a los que les rodean y de intervenir para desempeñar un papel. Esta formación adopta diferentes formas: desde debates individuales regulares hasta la organización de «topos» [resúmenes/exposiciones sobre un tema] y encuentros públicos, pasando por fines de semana de formación y cursos de lectura. Tenemos todo el interés en que estos actos sean lo más populares posible, ya que también sirven para mostrar públicamente nuestro perfil comunista revolucionario y para alimentar nuestras redes sociales, que nos permiten entrar en contacto con un público más amplio.

Esta formación va de la mano de nuestro deseo de aprovechar las oportunidades para intervenir y tomar iniciativas en las movilizaciones sociales y políticas. Buscamos construir marcos (colectivos de estudiantes sin facultad, comités Palestina, coordinación nacional de estudiantes) que nos permitan exponer nuestras perspectivas, pero también que permitan que los movimientos sean dirigidos por quienes los hacen realidad. Esto es tanto más necesario cuanto que las movilizaciones juveniles consiguen a veces llegar al mundo del trabajo. El NPA Jeunes révolutionnaires, con su pequeño crédito entre las organizaciones juveniles, es un punto de apoyo para defender nuestra política y avanzar en la posibilidad de iniciativas unitarias (como recientemente sobre la cuestión palestina). También es una forma de llegar a otras corrientes a nivel internacional, como los compañeros del GKS en el País Vasco, y de contribuir al reagrupamiento de revolucionarios a nivel internacional.

Nuestro reclutamiento en la juventud escolarizada forma parte de nuestra construcción hacia el mundo del trabajo. No sólo porque los jóvenes asisten a los actos del partido en las empresas desde el exterior, sino también porque algunos de los militantes del sector juvenil, a menudo al final de sus estudios, se orientan hacia el mundo del trabajo, impulsados por el deseo de llevar a cabo una actividad política y establecerse. Debemos apoyar a estos compañeros, en colaboración con los órganos de la organización.

 

 


 

 

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