Nos vies valent plus que leurs profits

[en castillan] Los choques en el seno del sistema imperialista y las tareas de los comunistas revolucionarios

Las transformaciones del sistema imperialista desde el derrumbe de la URSS y la emergencia de China, las guerras de los Balcanes, y luego las de Irak, Libia y Siria, guerras civiles y a veces genocidas como en Ruanda, las grandes crisis económicas mundiales a un ritmo casi decenal, luego la pandemia y sus consecuencias, revelan una profunda reorganización de las estructuras económicas del capitalismo y una reconfiguración de las clases sociales y las relaciones de fuerzas interimperialistas a escala internacional. Las reacciones, levantamientos y a veces insurrecciones han movilizado a sectores significativos del proletariado, a sectores enteros de las clases populares, pero -incluso durante la secuencia de las primaveras árabes- estas protestas, que llegaron a derrocar gobiernos civiles y dictaduras militares, no consiguieron ir más allá de algunas formas de contrapoderes. Esos factores objetivos de inestabilidad del sistema podrían confluir y desembocar en verdaderas revoluciones sociales. Lo cual hace indispensable el fortalecimiento del factor “subjetivo”, mediante la construcción de direcciones y partidos revolucionarios capaces de entender, ligarse e intervenir en esas revueltas políticas y sociales, con el objetivo de aprovechar las oportunidades y transformar las revueltas en revoluciones sociales que no sólo derroten a un dictador o un régimen, sino que pongan fin a la dictadura del capital y establezcan una situación de doble poder que lleve a un gobierno de los trabajadores y trabajadoras.

Este ascenso de la combatividad de la clase obrera enfrenta por ahora al retraso del proletariado en conjurar a la vez el hundimiento social de sus condiciones materiales y la devastación a veces irreversible de los ecosistemas. La sangrienta reorganización del capitalismo y del imperialismo, de la cual la agresión imperialista rusa en Ucrania es una de las expresiones, abre la posibilidad de un nuevo ciclo de confrontación directa entre la primera de las potencias imperialistas, Estados Unidos, y las que compiten con ella, como China.

Esta posibilidad da, a nuestro juicio, un importante carácter a esta conferencia : cuando el ruido de las botas se vuelve insistente y cuando los presupuestos militares se inflan desmesuradamente, las fuerzas internacionalistas deben oponerse a esas políticas militaristas y a los conflictos que alenta la política imperialista; cuando en todo el mundo estallan revueltas de las clases populares, es importante que los grupos revolucionarios e internacionalistas busquen, pese a la modestia de sus fuerzas, las vías para una intervención autónoma de la clase obrera.

CAMPOS O CLASE: UNA ELECCIÓN EXIGENTE PERO SÓLO UNA PRECONDICIÓN

Denunciar la agresión rusa, exigir la retirada de sus tropas y reconocer a Ucrania son requisitos previos para definir una posición de clase en esta guerra. Pero no son suficientes para construir una perspectiva de clase. La denuncia de las maniobras estadounidenses, la escalada del apoyo financiero y militar occidental al régimen de Zelensky, la presencia creciente de tropas de la OTAN, la militarización de los presupuestos nacionales, nuestra oposición a la propaganda que opone un campo supuestamente « democrático » a otro dictatorial, forman parte de los ejes necesarios para perfilar un campo proletario, que no se alinee con ninguno de los campos imperialistas existentes. Pero debemos dirigir nuestra atención más allá. Una política independiente de clase, perceptible a escala internacional, es obviamente insuficiente hoy, incluso sumando las experiencias en nuestros países respectivos, y sin embargo es la única vía. Porque la mejor manera de terminar una guerra es la movilización de la clase obrera para derrocar a sus explotadores en Ucrania, Rusia y a escala internacional.

Estas observaciones -y los debates a tener entre nosotros- no son todavía un programa para el mundo del trabajo y la juventud, pero podrían contribuir a sentar las bases de un reagrupamiento contra esta situación de guerra y sus posibles extensiones. Y aquí también, consta que las iniciativas internacionales de los comunistas revolucionarios siguen, más de un año después del inicio de la guerra en Ucrania, en fase de proyecto.

LA RECONSTRUCCIÓN DEL INTERNACIONALISMO

La dificultad para tener una comprensión precisa de las reacciones sociales y políticas de los trabajadores en Ucrania y Rusia nos impide temporalmente tener una política precisa, por no hablar de una intervención. Esto pone de manifiesto la ausencia de coordinación del movimiento revolucionario, aunque sólo sea para intercambiar, sin hablar de colaboración y elaboraciones conjuntas. Y, sin embargo en este terreno podríamos dar pasos concretos y útiles para nuestra clase, no sólo trabajando dentro de las contradicciones de una situación, sino creando oportunidades.
El despertar social observado en parte en Europa -en Gran Bretaña, Francia e incluso en Alemania- con movimientos significativos, fue impulsado por la competencia interimperialista, la inflación y el ajuste en las políticas públicas. Dio lugar a experiencias sociales inéditas que podrían hacer posible una política común de los grupos revolucionarios, algo que no es evidente en todas las circunstancias. En América Latina, en particular en Argentina, con minorías revolucionarias consecuentes y una situación de probable colapso económico, es posible vislumbrar una intervención política de la clase obrera a mayor escala. Los movimientos clandestinos en China y en otros lugares subrayan las dificultades pero también las potencialidades. Pero esta necesaria combatividad no será suficiente, todos estamos convencidos de ello: los movimientos espontáneos, por profundos y masivos que sean, no pueden conducir a transformaciones revolucionarias de la sociedad sin la intervención de organizaciones políticas que claramente planteen la cuestión, no sólo de una revolución o salida política que quede en el terreno de las instituciones burguesas, sino de una revolución social por medio de los órganos de poder de la clase obrera. Por supuesto, las organizaciones revolucionarias están lejos de estar en condiciones de proponer tal política, incluso donde el movimiento espontáneo ha llegado muy lejos como en Irán. Pero eso no es razón para desistir y es lo que hace necesarios los intercambios de experiencias, los debates entre todos los grupos en torno a una misma mesa, sin pretensiones hegemónicas, simplemente porque elaborar una política y luego aplicarla requiere un conocimiento a la vez global y preciso de la situación que ningún grupo o agrupamiento internacional tiene por sí solo.

Los riesgos de una generalización de la guerra iniciada en Ucrania y esta intervención de la clase obrera, dan relevancia al tema de la conferencia y la posibilidad de ser fructífero. Las profundas transformaciones del mercado mundial, del sistema de producción, de las clases, de la circulación de la fuerza de trabajo, del equilibrio de poder entre las potencias imperialistas, del declive de algunas y el surgimiento de otras nuevas dan lugar a valoraciones a menudo diferentes entre nosotros -de allí la necesidad de debatirlo. Nos parece importante abordar, en segundo lugar, la cuestión de los primeros pasos hacia un marco común de intercambio de información, de experiencias militantes, condición necesaria para establecer lazos de confianza imprescindibles para la construcción, mañana, de una nueva Internacional.

REUNIR A LAS Y LOS REVOLUCIONARIOS

La clase obrera nunca ha sido tan importante en el mundo, con el surgimiento de un gran proletariado en China, India y los llamados países emergentes. Las cuestiones relativas a las formas de democracia burguesa -que destacan, por ejemplo, la necesidad de una asamblea constituyente- ya no deberían ser presentadas mecánicamente como una “salida política” tan pronto como un movimiento social profundo pone a la orden del día una intervención autónoma de la clase obrera en el campo político. La cuestión del Frente Único Obrero -que va desde la actividad dentro del sindicato, que es su forma más simple, hasta la actitud a tener ante las organizaciones reformistas en decadencia- habrá que discutirla sin duda. Sin contar la cuestión, abierta, de la apreciación de las condiciones en las que las luchas de liberación nacional y anticoloniales pueden abrir a los trabajadores perspectivas revolucionarias. Todo esto debería ser parte de los debates entre nosotros, pero es importante establecer un marco que nos permita salir de la relativa ignorancia en la que todos nos encontramos sobre la situación precisa en muchísimos países.

Construir relaciones militantes, hechas de intercambios concretos, de confianza acumulada entre equipos a veces “competidores” a nivel nacional, es el desafío que tenemos por delante. Sin negar nuestras diferencias, nuestras divergencias, asumiéndolas, es posible exponer de manera responsable ante los trabajadores y trabajadoras, conscientes, nuestros debates, nuestros proyectos comunes o separados. Una campaña contra el militarismo imperialista, que no sea sólo propagandística, es difícil de poner en marcha. Sin embargo, es urgente. Podríamos considerar una conferencia anual, donde intercambiáramos nuestras experiencias militantes (nuestras modestas victorias pero también nuestros fracasos), donde sometiéramos nuestras respectivas elaboraciones a la crítica de nuestros compañeros, y donde poco a poco pudiéramos empezar a considerar, sobre experiencias comprobadas, colaboraciones. Una perspectiva modesta pero, cuando el tiempo apura, sería un gran salto adelante.

 

 

 


 

 

La contribution du NPA à la conférence de Milan de juillet 2023 en différentes langues